viernes, 29 de junio de 2012

Heridas no resueltas en nuestro corazón...

El perdón y la sanidad emocional Artículo 1:

Heridas no resueltas en nuestro corazón

Elizabeth Canales Psicóloga

Todas las personas en algún momento de la vida han sido lastimadas, heridas o dañadas con o sin intensión, y muchas de ellas están tratando de olvidar un pasado difícil para poder seguir adelante. Creen que si lo encierran en una caja para siempre, ya no estorbará en su camino. Lo que no saben es que ignorar un pasado no significa que éste haya sido sanado. Todas las experiencias difíciles de la vida ─aun cuando hayan ocurrido hace décadas─, si no son resueltas apropiadamente, dejarán heridas abiertas que influirán en las decisiones que se tomen.

Los traumas y las heridas del pasado controlarán constantemente su comportamiento hacia los demás. Especialmente, en situaciones similares o en aquellas que tocan las áreas lastimadas de su corazón. En realidad, la verdad es que cada vez que atacamos a alguien que nos hirió, volvemos a abrir la herida y nos lastimamos ante todo a nosotros mismos.

Además, los seres humanos tenemos formas peculiares de resolver los conflictos: ignorándolos o pagando con la misma moneda, lo cual, en realidad solo empeora las cosas. Por eso, es muy importante identificar las heridas para poder sanar la raíz del problema. La forma en que nos comportamos, muchas veces, responde a las heridas no resueltas en nuestro corazón.

Para esto debemos identificar los comportamientos que hemos adquirido. Algunos de ellos son:

La auto conmiseración o lástima de sí mismo: la mayor parte del tiempo se vive lamentando de lo que le sucede, siente lástima de sí mismo. Esta actitud le lleva a magnificar su dolor (ver las cosas más grandes de lo que son). Su manera de pensar se distorsiona, y lo que ve o siente le parece real. Se dice frases en su mente como: «Nadie me quiere», «A nadie le importo», «Nadie está pendiente de mí», «Mi vida nunca va a cambiar». Esta forma de pensar produce un mayor dolor dentro de uno y le convence de que esa es su realidad.

Auto justificación: justifica sus reacciones con los actos de los demás. Por ejemplo, «Lo hice en defensa propia», «Él inició la pelea, yo solo me defendía». Esta conducta lleva a ver solamente las faltas de los otros, en vez de los errores de su carácter.

Culpar a otros de sus decisiones: no acepta las responsabilidades de sus decisiones o de sus actos. Por ejemplo: «Lo hice porque ellos me dijeron que lo hiciera», «Si ellos no hubieran insistido, yo no lo hubiera hecho», haciendo responsables a otros.


Negativismo: es aquella persona que siempre espera lo peor. Tiene una actitud pesimista ante cualquier situación. Siente miedo de confiar en alguien, pues piensa que lo van a traicionar, aun cuando esta persona nunca le haya fallado. Cree que algo es demasiado bueno para ser verdad y que, de un momento a otro, lo malo saldrá a la luz. Por ello, prefiere alejarse antes de que eso suceda y así proteger su corazón. Cuando lo que realmente sucede es que se está privando a sí mismo de una vida plena, pues no hay ninguna garantía que eso malo suceda.

Amargura: hay una actitud de enojo hacia todos y hacia todo. Le cuesta ser amable. La vida es de color gris. No hay alegría dentro de su interior y no le gusta verla en los demás. Se vuelve una persona pesada, escondiéndose detrás de pensamientos como: «No me importa lo que otros piensan de mí», «No necesito a nadie en mi vida», «Si se molestan, lo siento por ellos», o «Yo soy así y no puedo hacer nada para cambiar». Todas esas ideas buscan negar la verdadera condición de su corazón y, a la vez, pretende sentirse fuerte al pensar de esa manera.

Mentira: se desarrolla para buscar aceptación, para evitar el dolor o el rechazo. Niega la verdad para no hacerse responsable de las consecuencias de sus actos y usa los probables errores de los demás para disculpar su comportamiento. Utiliza la mentira para buscar aceptación, pretendiendo ser lo que no es, por lo que inventa algo sobre sí mismo para impresionar a otros, sin darse cuenta de que todo esto es producto de una baja autoestima

El ignorar las circunstancias no evita que hayan sucedido, y el pagar con la misma moneda nunca sana el dolor de la herida, sino que da más sed de venganza.