martes, 15 de noviembre de 2011

¿A ti que?

Juan 21:21-22


"Entonces Pedro, al verlo, dijo a Jesús: Señor, ¿y éste qué?
Jesús le dijo...¿a ti, qué? Tú, sígueme"

Una de las lecciones más difíciles de aprender surge de nuestra obstinada negativa a dejar de interferir en la vida de otras personas. Toma mucho tiempo comprender el peligro de jugar a ser dioses aficionados, es decir, interferir en el plan de Dios para los demás.

Ves sufrir a alguien y dices: “No sufrirás y me encargaré de que eso no ocurra”. Cuando pones tu mano directamente al frente de la voluntad permisiva de Dios para impedirla, entonces Él te dice: "¿A ti qué?" ¿Hay estancamiento espiritual? No permitas que continúe, pero va ante la presencia de Dios y averigua la razón.

Quizá se deba a que te haz estado entrometiendo en otra vida, haciendo propuestas sin ningún derecho, o aconsejando sin ninguna razón. Cuando tienes que aconsejar a otra persona, Dios lo hará por medio de ti con el entendimiento directo de su Espíritu. Tu parte consiste en mantener una relación correcta con Dios para que su discernimiento se manifieste a través de ti todo el tiempo, a fin de bendecir a alguien más.

La mayoría de nosotros vive en el nivel de la mente consciente consagrados a Dios de una manera consciente y sirviéndole conscientemente. Esto demuestra inmadurez y la realidad de que aun no estamos viviendo la verdadera vida cristiana.

La madurez es la vida de un hijo que no es consciente, es decir, que está tan entregado a Dios que nunca se hace consciente de que Él lo está usando. Cuando yo soy utilizado conscientemente como pan partido y vino derramado, es necesario alcanzar otro nivel; un nivel donde se elimine completamente toda conciencia de nosotros mismos y de lo que Dios hace a través de nosotros. Un santo nunca es consciente de serlo; sólo es consciente de que depende de Dios.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Tatiana Castro de pasarela de miss universo al pulpito con jesucristo !!

Tatiana Castro de pasarela de miss universo

al pulpito con jesucristo



Tatiana Castro camina despacio por el púlpito de su propia iglesia en el norte de Bogotá. Llega al atril donde reposa una Biblia abierta, toma el micrófono con su mano derecha y saluda a los presentes (unas 400 personas) invitándolos a dar un aplauso de bienvenida a Jesús.


Tatiana Castro fue coronada reina de Colombia por el Cesar, en 1994, cuando convenció al jurado con sus 1,82 metros de estatura y espigada figura, y con una respuesta que hizo historia: contestó que, en medio de un incendio, preferiría rescatar a un perro y no a una obra de arte famosa.

Incursionó con éxito en el modelaje dentro y fuera del país; en México tuvo su propio programa de televisión, y en Bogotá se abrió paso como empresaria al montar tres centros de estética.

Su vida estaba prácticamente resuelta. El diseñador Alfredo Barraza -amigo personal de Tatiana- cree que si ella se lo hubiera propuesto sería hoy una modelo de talla mundial, sobre todo por su porte. “Su principal cualidad es la inteligencia. Ella tuvo un momento de luz y halló en la fe su destino”, apunta Barraza.

Con su esposo, el empresario y también pastor Miguel Ángel Castellanos edificó su propia iglesia. La bautizaron El Redil. Como reina de belleza conoció el drama y la miseria humana en los desfiles y actividades sociales que tuvo que cumplir. “Vivía en una burbuja, creía que todas las personas comían igual que yo, que todos tienen una cama caliente y las mismas comodidades”, dice.

Además de su despertar social, descubrió que para poder ayudar a las personas primero debía ayudarse a sí misma, alimentando su alma y su espíritu. En esa búsqueda peregrinó por la Iglesia Católica y por varias congregaciones cristianas evangélicas. Practicó yoga y otras técnicas de meditación. Nada la convencía. “La paz que encontraba era pasajera. Quería algo definitivo”, recuerda Tatiana.

Ingreso a iglesias cristianas

Hace siete años, buscando la dirección de un centro de formación espiritual en el norte bogotano, arribó a una iglesia cristiana. Dio tres vueltas para encontrar el sitio sugerido, por diferentes trayectos, pero terminaba en el mismo lugar. Entró allí, pese al escepticismo que le generaban esas comunidades, a las que conoció a los 18 años porque su padre es un reconocido pastor cristiano en Valledupar.

Tatiana no pensó en convertirse en pastora, pero ahora lo hace porque cree que esa es parte de su misión. Para poder predicar lee y estudia el evangelio, y siempre planea lo que va a decir, como lo hizo con el análisis de la lectura del libro de Efesios.

tomado de http://panteondejuda.wordpress.com/