jueves, 7 de octubre de 2010

CONOZCAMOS LOS CUATRO TEMPERAMENTOS BÁSICOS !!

Más de 400 años antes de Cristo, Hipócrates, el brillante médico y filósofo griego, propuso la teoría de que hay, básicamente, cuatro tipos de temperamento. Erróneamente pensó que resultaban de los cuatro humores predominantes en el cuerpo humano: "sangre"; "cólera" o "bilis amarilla"; "melancolía" o "bilis negra" y "flema". Hipócrates nominó los temperamentos de acuerdo a los humores que los producían, según su creencia: el Sanguíneo, sangre; el colérico, bilis amarilla; el melancólico, bilis negra y el flemático, flema. Según él, sugerían los temperamentos vivaces, activos, tristes y lentos.

Ya se ha descartado totalmente la idea de que los humores o líquidos corporales determinan los temperamentos pero, aunque parezca extraño, se sigue utilizando la cuádruple clasificación de los mismos. La sicología moderna ha sugerido muchas nuevas clasificaciones para los temperamentos, pero ninguna ha logrado la aceptación universal que aún tiene la de Hipócrates. Tal vez la más conocida de las nuevas clasificaciones es la que divide los temperamentos en "extrovertidos" e "introvertidos". Pero para nuestro propósito no establecen una suficiente separación. Por lo tanto, mantendremos la antigua descripción de Hipócrates.

El lector debe tomar nota de que estos cuatro temperamentos son temperamentos básicos. Ninguna persona es portadora de un temperamento típico exclusivo. Descendemos de cuatro abuelos, cada uno de los cuales contribuye,


Conozcamos los cuatro temperamentos básicos

por medio de sus genes, a la formación de nuestro temperamento. Todos ellos pueden haber sido de distintos temperamentos, de ahí que todos los hombres son una mezcla de temperamentos, pero con uno de ellos habitualmente predominante sobre los otros. Hay variados grados de temperamento. Por ejemplo, algunos pueden ser un 60 por ciento sanguíneos y un 40 por ciento melancólicos. Algunos son una mezcla de más de dos, posiblemente de los cuatro, tal como 50 por ciento sanguíneo, 30 por ciento colérico, 15 por ciento melancólico y 5 por ciento flemático. Es imposible determinar un porcentaje exacto de la mezcla, pero ello no es importante. Para los fines de nuestro estudio, lo importante, es determinar el tipo temperamental básico de cada uno de nosotros. Podremos así estudiar las fuerzas y debilidades en potencia, y ofrecer un programa para vencer las debilidades por medio del poder de Dios que mora en nosotros.

Existe un riesgo al presentar a la consideración de los lectores estos cuatro tipos temperamentales; algunos no resistirán la tentación de analizar a sus amigos y pensar en ellos en el marco de "¿a qué tipo pertenece?" Esa es una práctica precaria y desmoralizadora. Nuestro estudio sobre los temperamentos debiera ser para el solo efecto de un autoanálisis, que nos ayude a comprender las naturales debilidades o defectos de los demás.

Ahora demos vuelta a la página y conozcamos a…


CHISPEANTE

SANGUÍNEO



Chispeante Sanguíneo es el temperamento cálido, campante, vivaz y que goza de la vida. Es receptivo por naturaleza y las impresiones externas llegan fácilmente a su corazón, donde se transforman de inmediato en generosas respuestas. Cuando toma una decisión sus sentimientos predominan sobre sus pensamientos y reflexiones.

El señor Sanguíneo cuenta con una inusitada capacidad para divertirse y generalmente logra proyectar su naturaleza cordial. Cuando entra a una habitación llena de gente, levanta los ánimos de todos los presentes con exuberante charla. Es fascinante oírlo contar cuentos, porque con su naturaleza cálida y emocional logra darle vida a los personajes de su narración.

Nunca le faltan amigos al señor Sanguíneo. Hablando de él, el doctor Hallesby dijo: "Su naturaleza candorosa, espontánea y cordial le abre puertas y corazones". Participa de las alegrías y de las tristezas de las personas con quienes se encuentra y tiene la capacidad de hacerlas sentir importantes, como si fuera un amigo particularmente íntimo, y lo es. . . como lo es la próxima persona que encuentra la cual recibe, a su vez, la misma atención.

Disfruta de la gente, no le gusta la soledad y se siente en el mejor de los mundos cuando está rodeado de amigos donde es "el alma de la fiesta". Tiene un repertorio interminable de historias interesantes que dramatiza al contar, por lo cual resulta un favorito tanto de los niños como de los adultos y su presencia es siempre bien recibida en fiestas y tertulias sociales.

El señor Sanguíneo nunca tiene problemas por no saber qué decir. Con frecuencia habla antes de pensar, pero su franca sinceridad desarma a los oyentes, que lo acompañan en su buen humor. Su manera de ser sin ataduras, aparentemente excitante y extrovertido, provoca la envidia de los tipos temperamentalmente más tímidos.

La forma ruidosa, jactanciosa y amistosa con que actúa lo hace aparecer más seguro de lo que realmente es, pero su energía y cariñosa disposición le permiten sortear los escabrosos obstáculos de la vida.

La gente que lo rodea está dispuesta a excusar sus debilidades diciendo que "esa es la forma de ser de Chispeante".

El mundo sale ganando con esta gente sanguínea jovial y agradable. Triunfan como vendedores, como empleados de hospital, como maestros, como charlistas, como actores como oradores y, ocasionalmente, como líderes.

Conozcamos ahora el segundo temperamento típico…



FRENÉTICO

COLÉRICO


Frenético colérico es el del temperamento fogoso, de genio vivo, activo, práctico, de recia voluntad. A menudo es autosuficiente y muy independiente. Tiende a ser terminante y porfiado; le resulta fácil tomar decisiones tanto para sí como para los demás.

El señor Colérico prospera en la actividad. En realidad, para él "la vida es actividad". No necesita ser estimulado por los que lo rodean, sino que, por el contrario, es él quien los estimula a ellos con su interminable dosis de ideas, planes y ambiciones. Su permanente actividad no se pierde en el vacío, puesto que su mente, aguda y penetrante, le permite tomar decisiones instantáneas y también planear excelentes proyectos de largo alcance. No vacila bajo la presión de lo que puedan pensar los otros. Se define claramente sobre un tema y se lo ve a menudo actuando como cruzado de una gran causa social.

No lo asustan las adversidades; más bien lo estimulan. Posee una tenaz determinación, y muchas veces el éxito le sonríe donde otros fracasan, no porque sus planes fueran mejores que los de ellos, sino porque prosigue empecinadamente la puja cuando los otros se han desanimado y han renunciado al esfuerzo. Si alguna verdad hay en el adagio de que "los líderes nacen, no se hacen", entonces el señor Colérico es un líder nato.

La naturaleza emocional del señor Colérico es la parte menos desarrollada de su temperamento. No simpatiza fácilmente con los demás ni demuestra o expresa compasión por nadie. Más bien se siente molesto o disgustado ante las lágrimas ajenas. Aprecia poquísimo las artes, porque su interés primordial descansa sobre los valores utilitarios de la vida.

Es rápido para reconocer las oportunidades e igualmente rápido para diagnosticar la mejor manera de aprovecharlas. Cuenta con una mente bien organizada pero le aburren los detalles. No es dado al análisis sino, más bien, a rápidas y casi intuitivas estimaciones; de ahí que tenga la tendencia de mirar hacia la meta tras la cual va corriendo sin fijarse en los hoyos u obstáculos que pudiera haber en su camino. Una vez comenzada la carrera en pos de su meta, es capaz de atropellar sin miramientos derribando a los que se opongan a su paso. Tiende a ser dominante y mandón y no duda un instante en usar a la gente para la obtención de sus fines. Se lo considera un oportunista.

La actitud de autosuficiencia y de fuerte voluntad del señor Colérico le hacen difícil alcanzar a Cristo en la edad adulta. Aún después de convertirse a Cristo, se le hace cuesta arriba confiar activamente en Cristo su vida diaria. Los cristianos de temperamento colérico son los que más tardan en comprender lo que Cristo quiso decir cuando dijo: "Sin mí nada podéis hacer". No hay límites a sus posibilidades como cristianos cuando aprenden a "caminar en el Espíritu" y a "permanecer en Cristo".

Muchos de los grandes generales y líderes de la historia han sido coléricos. Son buenos ejecutivos, hombres de ideas, productores, dictadores o criminales, según hayan sido sus normas morales.
Al igual que el señor Sanguíneo, el señor Colérico es habitualmente un extrovertido, pero no al grado del anterior.


Conozcamos ahora el tercer temperamento típico…



MAESTRO

MELANCÓLICO



Se habla de "temperamento negro u oscuro" para referirse al Maestro Melancólico. Es el más exquisito de todos los temperamentos porque es un perfeccionista analítico con tendencia al autosacrificio y emocionalmente hipersensible. Nadie como él para apreciar las artes.

Inclinado por naturaleza a ser introvertido, su humor es cambiante porque habitualmente lo dominan sus emociones. A veces su disposición de ánimo lo lleva hasta el éxtasis y lo hace actuar como un extrovertido. Pero en otras ocasiones anda triste y deprimido y, durante esos períodos, se retrae y se vuelve antagónico en grado sumo.

El señor Melancolía es un amigo fiel, pero a diferencia del señor Sanguíneo, le cuesta hacer amigos. No toma la iniciativa para saludar a la gente y espera más bien que sean las otras personas las que lo busquen a él. Tal vez sea el de conducta más responsable de todos los tipos temperamentales, porque sus tendencias perfeccionistas no le permiten desentenderse de sus obligaciones ni dejar librados a su suerte a los que dependen de él. Su natural reticencia no debe interpretarse como falta de apego a la gente. Al igual que todos nosotros, no sólo aprecia a las personas sino que anhela ser querido por ellas. Algunos desengaños que pueda haber experimentado lo hacen renuente a tomar a las personas por lo que son; por eso se muestra desconfiado cuando las personas se le aproximan o cuando lo colman de atenciones.

Su excepcional capacidad analítica le permite diagnosticar con toda precisión los obstáculos o peligros que pudiese haber en cualquier proyecto en cuya planificación haya intervenido. Esto contrasta en forma radical con la persona colérica que raramente se toma el trabajo de meditar con anticipación en los problemas o dificultades que pudieran presentarse, sino que confía en su capacidad para habérselas con cualquier problema que se plantea. Esta característica lo hace reticente a iniciar algún nuevo proyecto y es capaz de provocar un conflicto con los que quieren hacerlo. Ocasionalmente, cuando está en una de sus venas de éxtasis emocional o de inspiración, puede crear una gran obra de arte o producir una acción genial, seguido, a menudo, de períodos de gran depresión.

Habitualmente el señor Melancólico encuentra sentido a la vida a través del sacrificio personal. Pareciera que siente el placer de estar triste, y con frecuencia elige una difícil vocación que entrañe un gran sacrificio personal. Una vez tomada la decisión, tiende a ser concienzudo y persistente en la prosecución del objetivo, y es casi seguro que lo hará a la perfección.

Ninguno de los tipos temperamentales tiene tanto potencial natural como el melancólico, cuando es vigorizado por el Espíritu Santo. Pertenecen al grupo de los melancólicos muchos de los grandes artistas, músicos, inventores, filósofos, educadores y teóricos en general. Es interesante constatar que muchos de los más sobresalientes personajes de la Biblia eran predominantemente melancólicos o con una fuerte tendencia melancólica, tales como Moisés, Elías, Salomón, el apóstol Juan y muchos otros.

Examinemos ahora el cuarto tipo temperamental…

TRANQUILO

FLEMÁTICO


Tranquilo flemático toma su nombre de lo que Hipócrates creyó era el humor corporal que originaba ese "temperamento calmo, sereno, lento, tranquilo y equilibrado". La vida, para él, resulta una experiencia feliz y sin peripecias, duran- te la cual procura no verse envuelto en los problemas de los demás.

El señor Flemático es tan cachazudo y tranquilo que muy pocas veces se irrita, no importa cuales sean las circunstancias. Hierve solamente cuando se le somete a una altísima temperatura y por ello rara vez explota dando rienda suelta a su enojo o a su alegría, por el contrario, ejerce un severo control sobre sus emociones. Es el único tipo temperamental consecuente en todas las ocasiones. Bajo su personalidad serena, reticente, algo tímida, se esconde una verdadera constelación de capacidades. Siente con más intensidad las emociones de lo que aparece a simple vista, y tiene la aptitud de apreciar las artes y las cosas hermosas de la vida.

Al señor Flemático no le faltan amigos, porque disfruta de la compañía de las personas y posee un raro sentido del humor. Es el tipo de persona que puede provocar risotadas en una tertulia mientras él permanece impasible sin esbozar siquiera una sonrisa. Tiene desarrollada al extremo la capacidad de captar lo humorístico en otros y en las cosas que hacen. Su mente ágil y de gran retentiva lo hacen, en ocasiones, un excelente imitador. Una de sus mayores delicias es hacer objeto de sus chanzas a los otros tipos tempera- mentales. Le molestan los raptos de entusiasmo inútiles y sin sentido del sanguíneo, y le enrostra la futilidad de tal entusiasmo. Le disgusta la triste disposición de ánimo del melancólico y procura ridiculizarlo. Le encanta echar un balde de agua fría sobre los fabulosos planes y ambiciones del colérico.

Procura ser un espectador en la vida y trata de no verse envuelto o comprometido en las actividades de los demás. Y si al final alguien lo convence y logra que haga cosas que lo saquen de su rutina diaria, lo hace a disgusto.

Ello no significa, sin embargo, que no comprenda la necesidad de la acción y las dificultades de los demás. Tanto él como el señor Colérico ven con igual claridad la misma injusticia social, pero sus respuestas serán totalmente diferentes. El espíritu de caballero cruzado del colérico lo moverá a decir: "¡Designemos una comisión para organizar una campaña y hagamos algo para mejorar esta situación! " El señor Flemático diría, más bien: "¿Qué condiciones espantosas! ¿Porqué alguien no hace algo al respecto? "

Habitualmente el señor Flemático es una persona simpática y de buen corazón, pero rara vez revela sus verdaderos sentimientos. Pero toda vez que se siente movido a la acción, da pruebas de su extraordinaria capacidad y eficiencia. No busca espontáneamente el liderato, pero cuando las circunstancias se lo imponen resulta un líder sumamente capaz. Ejerce un efecto conciliador sobre los demás y es por naturaleza un pacificador.

El mundo ha salido beneficiado por la presencia del benévolo y eficiente flemático. Es un buen diplomático, contador, maestro, líder, científico y sobresale en cualquier tarea que requiera meticulosidad.

Ahora que conocemos los cuatro temperamentos, comprendemos con toda claridad por qué "las personas son individuos". No solamente existen cuatro tipos temperamentales distintos que originan estas diferencias, sino que las combinaciones, mezclas y grados de temperamento multiplican las posibles diferencias. Sin embargo, y a pesar de ello, la mayoría de la gente revela normas de comportamiento que indican su inclinación a un tipo temperamental básico.

No hace mucho tuve una experiencia que pintó, con trazos nítidos, la diferencia de temperamentos. Me vi obligado a obtener una máquina Thermofax para mi compromiso de hablar en una colonia estival de un colegio secundario. Únicamente el Centro Educativo, en la aldea cercana, poseía tal máquina. Al llegar, a la hora acordada de antemano, vi que trabajaban nueve personas en una oficina. El ambiente calmo, sereno, ordenado y eficiente me dijo bien a las claras que estaba en presencia de individuos con tempe- ramentos predominantemente melancólicos o flemáticos.

Esta primera afirmación la confirmé posteriormente cuando el superintendente cuidadosamente computó mi cuenta pero rehusó tomar el dinero porque iba contra los reglamentos de la institución. En lugar de ello me llevó al meticuloso tenedor de libros quien, a su vez, nos envió al cajero, que finalmente decidió que le entregara el pago de un dólar con 44 centavos a la empleada de la computadora telefónica, que era quien guardaba la caja chica, evitando de esa manera que tuvieran que alterarse los libros contables. La solución la dio la caja chica, claro toque de un perfeccionista. El cambio lo tenía cuidadosamente clasificado en pequeñas pilas de monedas de distinto valor.

Mientras contemplaba este plácido ambiente y observaba su calmosa pero evidente preocupación por este ínfimo problema, mi mente, en rápido aleteo voló, muerto de risa, a la escena de la oficina de ventas donde me habían vendido el proyector. Allí los vendedores, el gerente ejecutivo y todos los empleados eran predominantemente tipos extrovertidos de temperamentos coléricos o sanguíneos. ¡El lugar parecía una desorganización organizada! Los papeles tirados por todas partes, los teléfonos y los escritorios des- atendidos, la oficina bullía de ruidosa actividad. Finalmente, entre el ruido de las voces escuché al gerente de ventas que le decía a los empleados, con un aire de desesperación: "¡Uno de estos días vamos a poner un poco de orden y organizamos!"

Estas dos escenas muestran el contraste natural de los rasgos heredados que originan el temperamento humano. También señalan el hecho que los cuatro temperamentos básicos que hemos descrito son necesarios para darle variedad y un fin determinado a este mundo. No se puede decir que un temperamento sea mejor que otro, cada uno de ellos cuenta con fuerzas y riquezas, pero también, cada uno soporta la carga de sus propias debilidades y peligros.